La máquina pertenece a un coleccionista de motos italianas preparadas, y para esta ocasión decidió elegir como base a la que por muchos es considerada el patito feo no ya de la gama XX9, sino de la historia de la marca boloñesa: una 749, en su versión S (más potente y con algunas mejoras en suspensión). Me honra apreciar lo equivocados que están los que piensen así, y apuesto mi propia 749 a que la inmensa mayoría que así opina, jamás montó en una para poder hablar con conocimiento de causa. Pero no es el objeto de esta entrada el hablar de la 749 como concepto, sino de la obra de arte que tenemos ahora delante:
Esta máquina es tan acertada y tan bien puesta a punto en su relación chasis-motor, que permanece prácticamente inalterada en lo que respecta a esos puntos para esta preparación, dedicando los esfuerzos a la parte cosmética únicamente.
De los tres elementos que hay que señalar, destaca sobremanera el depósito, fabricado totalmente a mano y basado en un diseño único, moldeado a martillazos y hábilmente soldado, todo con gusto y criterio para que encaje perfectamente con la estrechez del chasis a la altura de las rodillas, y lo envuelva por la parte delantera, como hacían las motos de los 70 y 80, dando una imagen tan retro como moderna (al mismo tiempo y sin que parezca un contrasentido). Hay que ser un verdadero artista para lograr eso con éxito, y maestro de la metalistería, un artesano. Un Artesano, con mayúsculas. El colín vino por añadidura, y aporta elegancia y continuidad.
El otro elemento que define el alma de esta bestia es la quilla, que sirve para esconder en sus entrañas todos los componentes eléctricos (salvo la batería, escondida en el colín), que no es poco, pues el extenso cableado, relés, centralita, etc, quedarían a la vista de otro modo, antaño escondidos tras un carenado integral. También oculta el colector del cilindro delantero. Queda así una línea muy limpia y exenta de cables que distraigan y afeen la visión del espectacular chasis y motor Testastretta.
Otras piezas como el guardabarros y el no-cupolino, han sido escogidos y fabricados de acuerdo con el concepto minimalista, pero no salen, en realidad, de la normalidad y los cánones imperantes en este tipo de creaciones.
En definitiva, un trabajo espectacular como pocos, una obra bien hecha, con la que es difícil no estar de acuerdo.
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