Bajo mi punto de vista de estudioso de las formas y proporciones, esta motocicleta adolece del mismo defecto que las Rad: levanta demasiado la altura del asiento, todo condicionado por lograr una línea más o menos horizontal en un chasis que no fue concebido originalmente para ese fin.
Bueno, la vida es cosa de compromisos, lo que ganas por un lado lo pierdes por otro, y eso, que te pasa en todas las cosas de la vida, en el mundo del diseño de las motos no iba a ser diferente.
El depósito debe pasar por encima del cilindro vertical, y el asiento debe seguir la línea inferior de aquél para lograr que todo cuadre bajo los cánones del caferacerismo más auténtico. Eso hace que quede un hueco grande con todo el subchasis a la vista...
Por lo menos, han tenido la salida de pintar el chasis con un color más neutro que el habitual rojo vivo de las Ducati (que no hace sino agravar este problema visualmente), y la moto en general tiene una elección de colores más que correcta y original, que contrasta con el tapizado del asiento en ese granate vivo. El asiento, sin duda, es lo que más personalidad otorga al conjunto, y unido a ese peculiar colín, le da un toque retro genial.
Semimanillares con cockpit mínimo, ideal para un mecano de esta clase. Los cables se intentan esconder bien, lo que denota el esfuerzo del mecánico en que queda algo verdaderamente resultón. Como consigue con los puños a juego con el sillín, con intermitentes y espejos integrados. A eso se llama matar dos pájaros de un tiro.
Pero hay mucho más. Llantas de radios con aros negros, basculante reforzado, escapes con salida en diagonal hacia arriba, seudo-cupolino al más puro estilo inglés de los 60, son sólo algunos de los muchos detalles que aquilatan la obra.
Y así es como con paciencia, imaginación y mucha creatividad, se ha sacado partido de la más pequeña de las Monster que se vendió en Europa, una 600 con poco más de 50 cv que da para divertirse. Seguro, sin duda.
Ducatona!!
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